Bien es cierto que el esperpento de las cargas públicas de éste país (nunca mejor dicho), de monarca para abajo, no ha podido componer mejor cuadro AliBabesco para conseguir que la gente se lo piense antes de arriesgarse a pisar suelo patrio, pero el nivel que ha conseguido doña Ana en Madrid, y especialmente en el centro de la capital, resulta meritoriamente insuperable.
Es difícil encontrar otra capital capaz de conseguir el glamour de esa permanente pasarela de modelos de puterío fashion en el mismo cogollo de la ciudad, por Gran Vía, Montera y aledaños; o el arte y profesionalidad de esas mesnadas de carteristas y descuideras en el Metro, Puerta del Sol o Plaza Mayor. O la excelente selección de todo tipo de secreciones humanas en variedades Tempranillo, Crianza y Gran Reserva que suele ofertar el centro de la ciudad a sus visitantes, especialmente con sus magníficos aromas del día siguiente a un festivo. ¡Ah, que delicia insuperable! que ya doña Ana ofreció al COI en 2010, cuando la colocaron al frente de la cosa del ambientemedio.
Pero esta buena señora es inasequible al desaliento.
Uno de sus más grandes logros ha sido la remodelación de éste parterre de
24 metros cuadrados que al parecer han subvencionado ¡10 empresas! y situado en el corazón del famoso Barrio de Los Orines, en la zona conocida como Graffiti Village, junto a Las Vistillas.
El toque cosmopolita total lo aportan unos desvencijados contenedores vintage destrozados y rodeados de selectas muestras de desperdicios que hacen del lugar una de las zonas más atractivas de la ciudad. Ya quisieran muchas Infantas de España poder vivir en un lugar tan selecto como éste.
Claro que como nadie es perfecto, doña Ana se olvidó -sin querer
naturalmente- de ordenar que arreglasen el agujero que lleva desde Mayo con unas vallas modelo grand luxury facilitando que ancianos e invidentes se den unos buenos tortazos... y situado a 60 centímetros del maravilloso parterre recién reformado.
No obstante hemos de reconocer, no sin pesadumbre, que Tokio nos ha ganado con total autoridad. Nosotros sólo somos la segunda capital más escandalosa, ruidosa y acústicamente insufrible del planeta, por detrás de los ganadores.
¡Vaya!, acabo de escuchar que ha debido sufrir el ataque de vergüenza...
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